El día que me muera
Por: Ángela Figuera Aymerich
El día que me muera
no quiero el llanto al uso ni las flores
cortadas al efecto ni los cirios
de lento gotear en los sufragios.
No quiero el luto inútil de las ropas
ni las miradas tristes ni el silencio
ni el ramo de laurel correspondiente.
No quiero que la vida se detenga
cual si algo extraño hubiera sucedido
y el mundo ya no fuera como antes.
El día que me muera
quiero que todo viva y continúe:
que broten flores en los mismos sitios,
que corra el agua por la misma acequia,
que los amantes trencen sus abrazos,
que nazca un niño en el portal de enfrente,
que mi vecino vaya a la oficina,
que los obreros entren en la fábrica,
que salgan a la mar los pescadores,
que las mujeres vuelvan de la compra
con un ramo de acelgas en los brazos;
que el labrador entierre su semilla
cuando amanezca el sol y el estudiante
cierre sus libros cuando el sol se ponga;
que se oigan las sirenas de los buques,
los golpes de los martillos,los motores,
las voces de los niños en el patio,
los ruidos de la calle, los jilgueros.
y quiero que, a la hora de costumbre,
los míos se reúnan en la mesa,
partan el pan y cambien la sonrisa.
Que mis amigos beban unos chatos
y escriban un poema por la noche.
* Con mi agradecimiento a Anónima fi que me hizo llegar este poema de la poetisa bilbaina Ángela Figuera Aymerich
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