Recado
Por: Raúl Rivero
No le digas, Ciudad, que he vuelto a verla
y vine a renacer en su perfume
a dormir bajo las arboledas
corruptibles y puras de su carne.
No le digas, Ciudad, que aquí he llorado
en lo que fue jardín y campanario
ni que mordí el sabor de sus palabras
con los dientes extraños de una llave.
Que no sepa por ti que sufro y tengo
pronósticos de nuevos sufrimientos
que puedo estar alegre y que este verso
es la única forma de llamarla.
No la saques, Ciudad, de ese camino
donde la tiene retenida el sueño
ni le digas que callo y estoy triste
y puedo estar alegre al mismo tiempo.
No le digas, Ciudad, que vine a verla.
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